El Maestrazgo – Entorno
Las serranías del Maestrazgo están configuradas por un amplio abanico de paisajes de accidentada orografía, con singularidades y contrastes, que bien pueden calificarse genéricamente como de montaña mediterránea. El relieve actual, fruto de una larga evolución geológica, proporciona riqueza y variedad al paisaje.
En la mitad septentrional de la comarca, el Guadalope y sus afluentes discurren entre sierras de atormentada orografía, producto de fuertes plegamientos geológicos que tras los consiguientes procesos erosivos han dado lugar a enérgicas formas de relieve, con barrancos profundamente encajados, crestas puntiagudas y escarpes verticales. Este tipo de relieve produce imágenes panorámicas de gran valor paisajístico y estético, como los conocidos Órganos de Montoro o los Estrechos del Guadalope. El roquedo calcáreo da lugar a numerosas simas y cuevas, entre las que destacan por su extraordinaria belleza las “Grutas de Cristal”, en Molinos.
Por el contrario, el sector suroriental, en el área de Cantavieja, se caracteriza por el predominio de grandes muelas calcáreas, pesadas estructuras horizontales individualizadas por profundos valles que ha generado la red fluvial a lo largo de millones de años. A diferencia de éste, el sector Fortanete-Villarroya de los Pinares se caracteriza por marcados plegamientos que dan lugar a un relieve más suave pero con recias alineaciones orográficas, ya en contacto con las sierras de Gúdar, que llegan a superar los 1.800 metros de altitud.
El paisaje vegetal, propio de la montaña media mediterránea, es rico y variado, matizado por el relieve y la altitud. Las riberas de los ríos se muestran exuberantes y frondosas frente a las parameras calizas en las que vegetan comunidades de carácter más xerofítico, con profusión de plantas aromáticas. En altitudes medias prosperan buenos pinares de laricio alternando con carrascales en las exposiciones más cálidas y quejigares en las exposiciones más húmedas. Es el hábitat apropiado para el rudo jabalí, pero también para la cabra montés en los relieves más escarpados. El piso superior corresponde, sin embargo, al dominio del pino silvestre con sotobosque de boj y de sabina rastrera. Aquí prospera en otoño el apreciado y codiciado robellón. Extensos pinares, objeto de explotación forestal desde antiguo, alternan con pastos y pastizales que a su vez han sustentado aprovechamientos ganaderos desde tiempo inmemorial, eso si con un fuerte imperativo estacional por imperativos del clima.